Cuando yo era niña, encontraba de repente gallinas viviendo en mi cocina. Gallinas que mi tío había traído de su finca y a quienes en varias ocasiones les asigné nombre como si fueran mis nuevas mascotas. Nunca olvidaré que crecí rodeada de animales que hacían que los días se sintieran mejor. Nunca olvidaré que en mi casa jamás faltó y jamás faltará el plátano maduro. Plátano día, tarde y noche. Plátano frito, asado y sudado.
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